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martes, 11 de noviembre de 2008

Golpes


-¡Ahora, dame ahora!- Y se quedó quieto, con la guardia caída, dando la cara. Y es que hay momentos, pensó, en los que ya da igual los golpes que recibas. Ya no dolerá ninguno como dolió el primero. Asi que bajas la guardia definitivamente. Total, ya no sientes nada.

Así. con la guardia baja, recibió varios golpes. Se miró en el espejo comprobando que su cara todavía seguía entera. Furioso por no recibir el golpe definitivo, arremetió con todas sus fuerzas contra su contringante.
Se fue, una vez saciada temporalmente su furia. Pero seguía decepcionado. Tenía la sensación de que nadie que el conociera sabía ni una misera palabra de lo que para el era trascendental. Que jamás podría compartir con nadie su miedo a haberlo vivido todo ya. Ese miedo que le obligaba a buscar pelea en cualquier situación. No le importaba si el adversario le sacaba tres cabezas, de hecho lo prefería, asi por fin dejaría de sentir ese vacio.
Así, continuó andando, buscando algo que sentir.
No lo encontró.

1 comentario:

Esperanza Escribano Claramunt dijo...

Joé, tampoco era para que te diera tanta vergüenza!!
Por cierto, me gusta mucho lo que escribes, no conocía yo esta faceta tuya...